La imagen circula mucho por las redes sociales. El protagonista de Ben-Hur, interpretado por Charlton Heston, rema en una galera después de haber sido apresado y convertido en esclavo. Sobre el fotograma alguien ha colocado cuatro palabras: «Al menos tienes trabajo».
Sonreímos al ver la imagen porque hemos escuchado esa frase muchas veces. No importa que te quejes de las horas extra sin pagar, de que el salario no te permite sobrevivir o de que no se cumple tu contrato: siempre hay alguien dispuesto a recordarte que debes estar agradecido por tener trabajo. Pero, ¿qué tenemos que agradecer exactamente?, ¿las jornadas interminables, la imposibilidad de cuidar a las personas que nos rodean, las enfermedades laborables, los accidentes, las muertes?. Paralizados por la posibilidad de empeorar, aguantamos como podemos mientras entregamos cada vez más aspectos de nuestra vida al mercado: una habitación alquilada en Airbnb, unos trastos vendidos en Wallapop, un curro extra de rider los fines de semana.
En el mejor de los casos, luchamos por mejorar algunas condiciones laborales concretas, pero la acción colectiva parece detenerse ahí. Al menos tienes trabajo radiografía el mercado laboral y se cuestiona si es el momento de hacernos otras preguntas. De empezar a pensar para qué y por qué trabajamos y no solo cómo lo hacemos. De tirar de una vez el remo.
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