Cuando España huyó del fascismo por los Pirineos: el cómic que repara la vergüenza y el olvido de La Retirada

El dibujante francés Bruno Loth recrea en ‘Dolores’ su propia investigación sobre el exilio español a Francia al acabar la Guerra Civil, donde miles de refugiados vivieron penosamente en campos de concentración

El río humano que se desborda sobre Francia, como escribió Federica Montseny sobre la pasión y la muerte de los españoles al otro lado de la frontera pirenaica, es La Retirada: medio millón de refugiados huyendo del fascismo español durante los dos primeros y fríos meses del año 1939.

Más de diez mil llegaron heridos de cuerpo y, el resto, de todo lo demás: humillados, vencidos, pobres. El poeta Antonio Machado, uno de los retirados más célebres, no avanzó más allá del día 22 de febrero ni de la pequeña comunidad de Colliure, a veinte kilómetros de la frontera. En Francia, la libertad fue un campo de concentración. Los republicanos creyeron entrar al país como amigos, pero «fueron tratados como ganado», como afirma el periodista y escritor Xavier Febrés sobre este episodio «indigno» de la historia de Francia.

Ni siquiera el aniversario redondo de La Retirada hace dos años ha llenado el frío que dejan esas dos palabras entre los franceses, que en parte es vergüenza y en parte desconocimiento. En España, el trabajo literario de reparación y divulgación reciente pasó por la publicación de memorias —como las de Remedios Oliva en 2006 o Francisca Muñoz un año después— y desembocó en las viñetas como gran medio narrativo de esta temática, mucho más que el cine, con las obras del dibujante Paco Roca —’Los surcos del azar’ (2013) pero sobre todo ‘El ángel de la retirada’ (2010)— y la indispensable edición de ‘La retirada’ (2020), el cuaderno de dibujo que realizó Josep Bartoli en aquellos días y que escondió entre la tierra de los diferentes campos de concentración por los que pasó.

Siguiendo esta estela, aparece el trabajo de Bruno Loth, no solo en España sino en Francia, que es donde el vacío es más clamoroso. El cómic ‘Dolores’ fue publicado en 2016 en su país y a finales de 2020 en español por la editorial Ponent Mon y aborda la historia, precisamente, desde el olvido. «En Francia, lamentablemente la retirada no es muy conocida y la historia de España menos aún», responde Loth a una entrevista por email. «Incluso la historia de Francia sigue siendo muy vaga y suscita poco interés en los jóvenes», añade. El acto político de homenaje en el cementerio Père Lachaise de París que conmemoró el 80 aniversario de la fecha, y que contó con la presencia de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, hija de españoles exiliados, sucedió más con la vista puesta en la amenaza ultraderechista en Europa que en la reparación del pasado.

Ese desconocimiento es «una de las razones» que llevaron a Loth a abordar este periodo no solo en ‘Dolores’ sino también en tres fabulosos álbumes ambientados en la Barcelona de 1936: ‘Los fantasmas de Ermo’. «Para mí, el estudio del pasado me permite comprender mejor el presente, aprehender el futuro y quizás evitar ciertos escollos políticos o sociales». «Desde hace algún tiempo —dice— me parece que ha habido un cierto impulso positivo por parte de las editoriales francesas en este tema, tanto en literatura como en cómic o incluso en el cine o en series de televisión, pero para hablar de La Retirada o de la Guerra Civil no basta, es necesario que el asunto se sustente en un trasfondo histórico real, el autor debe ser riguroso con una historia tan sensible. Ya ha habido bastantes mentiras, ya se ha difamado suficiente».

En las páginas de esta novela gráfica, Nathalie es la hija de Marie, una mujer que vive en una residencia de mayores cerca de Burdeos y que, repentinamente, comienza a hablar en español. Postrada en su silla de ruedas, llora, y espera un barco. Nathalie no sabía que su madre hablara español y, además, ya no responde al nombre de Marie, sino al de Dolores. La protagonista se da cuenta de que no solo no sabe nada de la infancia de su madre, de cómo llegó a Francia, sino que además nunca le había preguntado. Ahora que el alzhéimer se la lleva, inicia una investigación de ese pasado desde fuera, desde lo que Dolores nunca le contó y otras voces sí podrían hacerlo. Comienza comprando un libro, el excelente catálogo que el Museo Memorial de l’Exili, en La Jonquera, publicó con las fotografías de Manuel Moros.

«Imaginé el personaje de Dolores —recuerda Loth— a partir de varios relatos de la vida de los niños de la guerra. Quería saber más sobre el final de la guerra y lo que me preocupaba era lo que había pasado en Alicante». Por ello, el dibujante partió de viaje al lugar de cuyo puerto salían los barcos hacia Francia, como aquel que esperaba Dolores. «Fui a Alicante a investigar un poco. Unos meses después, al descubrir que la mayoría de las personas que se quedaron en el puerto de Alicante eran republicanos que huían de Madrid, obviamente mi historia tenía que seguir la ruta de todos estos refugiados. En esa época, me fui a vivir a Madrid por un tiempo con mi pareja. Sin ninguna idea preconcebida, conocí a gente durante mis vagabundeos por la capital, tomé apuntes, hice bocetos y por la noche transcribía mis notas en páginas de historietas, a modo de diario y, a medida que la historia se desarrollaba, se convertía en mi propia historia».

Al igual que aquel homenaje en Père Lachaise quedó impregnado de presente al suceder en la víspera de la manifestación en la plaza de Colón de Madrid, convocada por las derechas contra el Gobierno de Pedro Sánchez, la investigación de Bruno Loth para realizar este libro coincidió con las elecciones locales que, en Madrid, le dieron la alcaldía a un proyecto municipalista encabezado por Manuela Carmena en mayo de 2015, lo cual se infiltró en la propia narrativa del cómic. «Ese periodo estuvo dominado en los medios y en las calles por las elecciones municipales y, sin ninguna intención al principio, hablé de ello en el cómic. No pude evitar pensar en el pasado y en la República y además muchas banderas tricolores ondeaban aquí y allá en Madrid».

Nathalie camina por Madrid y se tropieza con asambleas y manifestaciones, a la par que pregunta mucho a hombres y mujeres que aún conservan sus recuerdos, y rebusca el rastro del pasado en el presente, para intentar comprender cómo una persona como su madre utiliza el exilio como una puerta blindada hacia su pasado, desgarrando sus raíces. El autor realiza un paralelismo entre la enfermedad de Dolores y la memoria histórica: «Es la amnesia, una vida en negación del pasado pero es precisamente la enfermedad la que le abre los ojos a su infancia. Como en España, 80 años después, la memoria parece volver e interesar a los jóvenes», explica.

En las últimas páginas de estas viñetas, Nathalie lee sobre el Stanbrook, el último barco que zarpó del puerto de Alicante con unos tres mil refugiados a bordo, dejando atrapadas en la playa a unas quince mil personas, una historia sobre la que Óscar Bernàcer realizó el documental titulado igual que el buque y que ganó el premio al mejor cortometraje español en la última Seminci. Por ello, la protagonista decide conducir hasta Alicante y buscar un monumento erigido un año antes en el Campo de los Almendros. Lo busca y, cuando al fin lo encuentra, se sorprende por su ridículo tamaño: «Qué piedra tan pequeña para tantos muertos», dice.

Aunque haya una parte de ficción —»mínima», advierte— para Loth esta obra es «un reportaje novelado», realizado a partir de entrevistas: «Aunque todos los hechos históricos son reales, lo que me parece más interesante es que el lector conozca lo que sienten los protagonistas ante los hechos, más que los hechos históricos en sí», explica.

La pareja de Bruno Loth que le llevó a Madrid durante esos meses es española, hija de un republicano que luchó con una columna anarquista en Aragón y que también se exilió a Francia con La Retirada. Pero el dibujante mentiría si dijera que es el único motivo por el que un francés nacido en Talence, «que, como mucha gente del suroeste, también tiene un poco de sangre española en las venas por parte de abuela…, nadie es perfecto», confiesa riendo. «La Guerra Civil española es también una guerra ideológica y por ello es muy importante para entender los problemas geopolíticos del siglo XX, y es por eso que me interesa», admite.

 

 

 

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