- Autor del Libro: Sergio Giménez
- Fuente: Conversaciones sobre historia
Resumen
Febrero de 1934. El histórico militante de la CNT Ángel Pestaña ha abandonado el anarcosindicalismo y acepta reunirse con José Antonio Primo de Rivera en un concurrido restaurante del Barrio Gótico de Barcelona. No lo mueve el interés político, sino la curiosidad ante la insistencia del joven diputado fascista, que desea incorporar a su Falange a un líder obrero con solera entre las clases populares, al parecer aconsejado por el mismísimo Benito Mussolini. A partir de ahí, una escuadra de autores franquistas y falangistas, auxiliada por historiadores, periodistas y escritores aposentados sobre cómodos mitos, y con el silencio cómplice de buena parte del mundo libertario, forjó una mentira histórica que ha acabado por incrustarse en la losa de tópicos que pesa sobre uno de los hombres más interesantes de nuestro siglo XX. Este libro trata de resituarlo donde siempre estuvo: contra los totalitarismos y, en este caso, frente al fascismo. Y pretende arrojar luz sobre la vida de un anarquista de corazón que encontró la vena revolucionaria más fecunda al conciliar sindicalismo, política e internacionalismo obrero con un patriotismo de tradición republicana que se antoja, hoy, oscuro objeto del deseo de la izquierda española parlamentaria.
Falangistas, académicos, tirios y troyanos
«Cuando Pestaña muere, se encuentra otra vez en el seno de la CNT, desengañado de la aventura partidista por el trasvase hacia la Falange de algunos de sus escasos seguidores, marginado, solo y rodeado de suspicacias» (*)
Reconozco que llegué a interesarme por Ángel Pestaña gracias al falangismo. En el movimiento fascista español abundan los escritos donde se mencionan contactos y reuniones del histórico anarcosindicalista con su líder, José Antonio Primo de Rivera, en plena II República española. Un tema sugestivo, sin duda, por lo que empecé a recabar información con la idea de escribir un artículo para una web de Historia.
Lo segundo que me llamó la atención, pese a que las vaporosas fuentes disponibles sólo alcancen para escribir unos renglones, fue la existencia de infinidad de alusiones al tema con diferentes versiones de los acontecimientos; fechas, lugares y propósitos para todos los gustos; acompañantes y testigos para dar y tomar; muchos datos, en fin, que la mayoría de veces sólo han servido para multiplicar los encuentros y elaborar interpretaciones sesgadas de los mismos.
Pero lo más sorprendente fue comprobar cómo algo anecdótico y sin ningún tipo de transcendencia política se ha incrustado tan firme en la losa de tópicos y lugares comunes que pesa sobre el leonés. Para botón de muestra la cita que encabeza la presente introducción.
Destripamos ya que muchos de los autores del mito proceden del falangismo o del franquismo. Para ello, unos y otros han puesto el foco sobre José Antonio y a menudo han dejado de lado el examen de su interlocutor y sus circunstancias, bien por ignorancia o bien por desinterés, y cuando lo han tenido en cuenta ha sido habitual utilizarlo y tergiversarlo con descaro, hasta el extremo de atribuirle simpatías por la Falange o afiliarlo secretamente a ella.
Y entre quienes más han difundido –y difunden— la leyenda, conscientemente o no, encontramos a muchos adeptos al falangismo autodenominado auténtico, el de la eterna revolución pendiente, su rama más radical y obrerista. Empecinados en presentar a su líder alejado del fascismo y escorarlo hacia la izquierda tanto como el franquismo lo hizo a la derecha, les ha venido bien rememorar una y otra vez este episodio y otros relacionados con el socialista Indalecio Prieto o el anarquista Diego Abad de Santillán.
Pero no sería justo pintar toda la responsabilidad de azul mahón. Primero porque, a excepción del novelista Ángel María de Lera en su biografía Ángel Pestaña. Retrato de un anarquista (1978), nadie ha dedicado espacio a demoler el constructo historiográfico. Existen, sí, algunas menciones de pasada en libros de autores como el historiador e hispanista norteamericano Stanley G. Payne o el propio Diego Abad de Santillán, pero más que aclarar enturbian la cuestión.
No es menos cierto que cuando aparecieron los primeros trabajos sobre pestañismo a finales del franquismo, quizá fuera considerado innecesario abordar un tema que aparecía con suficiente claridad habida cuenta de la entrega a la causa antifascista de Pestaña durante sus últimos años de vida, y el simple hecho de hablar de ello pudiera haber hecho el caldo gordo al falangismo. Resultaba de lo más sensato, pues, que el historiador Antonio Elorza, en un artículo de la revista Triunfo publicado en 1974, pasara por alto el asunto por falta de información alegando que los posibles contactos con la Falange antes de 1936 permanecían sin confirmar.[1] Sin embargo, hoy, la deformación de la figura del sindicalista y de su opción política, cuando no la usurpación, es un hecho.
En segundo lugar, nuestro hombre, a pesar de haber sido uno de los sindicalistas españoles más importantes del primer tercio del s. XX, diputado en Cortes y un auténtico hombre de Estado al final de sus días, continúa siendo un perfecto desconocido para la inmensa mayoría de gente. Como nos narraba el estudioso del anarcosindicalismo Luis Miguel García,[2] para darse cuenta de ello basta dar un paseo por la avenida Ángel Pestaña de Ponferrada (El Bierzo, León), que conduce hasta Santo Tomás de las Ollas, su localidad natal, y preguntar a los oriundos del lugar quién fue: la respuesta más común será que pintor o cualquier cosa antes que relojero, político o sindicalista. Podríamos buscar las causas del desconocimiento, sin duda, en el sistema educativo y los medios de comunicación, o en la poca curiosidad de la mayoría de gente por conocer a un hombre que da nombre a unas cuantas calles y plazas del país; pero vamos a centrarnos en los dos mundos que nos interesan ahora: el académico y el libertario.
Existen trabajos, incluso excelentes trabajos sobre Pestaña; pocos, pero los hay. A la mencionada biografía de Lera, escrita con maestría, aunque sin citas, notas ni bibliografía y con un tono bastante lisonjero, podemos añadir algunos pilares más de este libro: la autobiografía de Pestaña, Lo que aprendí en la vida (1934); el prólogo del historiador Antonio Elorza a la recopilación de textos del sindicalista leonés publicada bajo el título Ángel Pestaña. Trayectoria Sindicalista (1974); la breve biografía de Miguel Á. Varela Ángel Pestaña (2008), que aportó muchos datos nuevos; y, sobre todo, la magnífica tesis doctoral de la historiadora María-Cruz Santos, Ángel Pestaña, “Caballero de la Triste Figura” (2012), sin duda el estudio biográfico y político más importante elaborado hasta el momento.[3] El problema es que los trabajos universitarios no llegan a la gente. Falta divulgación. Sirva de ejemplo el trabajo de Santos, que fue editado en Alemania por la Editorial Académica Española y se vende por el módico precio de 90€. Una ganga.
Otro inconveniente del mundo lo ilustra muy bien una anécdota que cuenta el sociólogo Jesús Díaz Herrera acerca del momento en que tuvo que explicarle a su tutora de máster que pretendía estudiar a Pestaña en el trabajo final: “Su respuesta fue que debía elegir un tema de interés, actual, y que quizá fuera mejor que me lo replanteara. Apuntilló el asunto diciéndome que no iba a descubrir la rueda”[4]. Hubo de ser el empeño del autor lo que permitió llevar a cabo lo que finalmente se publicó bajo el título El liderazgo político de Ángel Pestaña (2015).
Tenemos muy poca información sobre el período comprendido entre 1934 y 1937, precisamente cuando presidió el Partido Sindicalista (PS) y sucedieron los hechos objeto de estudio, y adonde no llega su autobiografía, concluida en 1933. A los libros de Santos, Elorza y de Lera, para esta etapa podemos añadir los del historiador Javier Paniagua, titulados Educación y economía en el sindicalismo de Marín Civera (1979) y La Sociedad Libertaria: agrarismo e industrialización en el agrarismo español, 1930-1939 (1982), así como el trabajo inédito de Marcelo J. Guillén, Una aproximación a la ideología del Partido Sindicalista (Universidad de Valencia, 2015). Nosotros nos valdremos también de libros, artículos y conferencias de Pestaña y sus camaradas para reconstruir aquellos años.[5] Con todo, tanto las características del sindicalismo político, corriente revolucionaria de los años 30, como los nombres y los rasgos de su militancia son muy poco conocidos.
Visto lo visto, no debería sorprendernos que el catedrático de Historia Contemporánea Juan Avilés Farré afirmara en 2017, mientras intentaba explicar una propuesta incluida en el programa político original del PS en favor de la sustitución del Parlamento por una Cámara de representación de Sindicatos, Corporaciones y Municipios, que se trataba de la “típica representación corporativa y que no hace falta insistir en la práctica en qué se convierte eso”[6].
En tercer lugar, el mundo libertario también es responsable por acción u omisión de haber llegado a esta situación. Y es que a menudo se sacan a colación los contactos de Pestaña con Primo de Rivera o bien sólo se le recuerda por haber dividido a la CNT o por haber fundado el PS, pasando de puntillas por una larga e intensa vida de lucha sindical, quizá la del mejor organizador que tuviera nunca la Confederación. ¿Por qué?
Fue un hombre con ideas propias, y polémico al menos desde los años 1919-1920, cuando criticó públicamente el uso de la violencia como medio de lucha eficaz, mientras de hecho seguía siendo más o menos condescendiente con los compañeros de los grupos de acción que respondían a plomazos a los esbirros de la patronal o que perpetraban atracos. Durante la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) cruzó los límites del anarcosindicalismo al plantear la integración de la CNT en la Organización Corporativa Nacional, lo que motivó muchas críticas. Fue al final de este régimen, cuando se legalizaron los Sindicatos y cayó la monarquía, el momento en el que salieron a relucir las diferencias internas en la organización, que culminaron en la escisión de la CNT entre los treintistas o moderados, partidarios de contemporizar con la II República para preparar mejor la revolución, entre cuyos líderes estaba Pestaña, y los defensores de una línea maximalista. Aun así, lejos de serenar los ánimos, la ruptura los enconó todavía más: insultos, actos reventados y algún muerto de por medio; acusaciones a los moderados de connivencia con las autoridades y la Policía, mientras nuestro hombre recibía amenazas[7] y la prensa treintista hablaba de fascismo rojinegro.
El colmo fue que abandonara el treintismo para crear el PS, en 1934, máxime en un momento en que el sector moderado se esforzaba por demostrar su fidelidad a los principios del anarcosindicalismo. Así, su paso a la política fue interpretado como una traición en toda regla y logró poner de acuerdo a tirios y troyanos en lo que a críticas y descalificaciones personales se refiere. Buenos ejemplos son “El Partido Sindicalista Español”, artículo de Federica Montseny en Solidaridad Obrera de 17 de abril, donde sentencia que el PS es “el fin de una gangrena en la CNT” y “el criar barriga ha sido siempre ideal de los pancistas y de los cerdos. ¡Fin prosaico, que nos devolverá la imagen, un día ascética, de Pestaña, aureolado con la grasa de un Indalecio Prieto!”; el texto “Pestaña, ángel caído”, una crítica despiadada publicado por el escritor y periodista ácrata Felipe Aláiz en La Revista Blanca, el 11 de mayo, en que lo tilda de ignorante e inútil en todas las facetas de su vida, desde la sindical a su oficio de relojero pasando por su afición al teatro y la escritura; o “¿Sindicalismo fascista? Todo eso es agua de borrajas”, escrito del treintista Juan López en el periódico Sindicalismo, el 18 de abril de 1934, donde se ensaña con él llamándolo inepto, hipócrita y mediocre.
Aparte los insultos, reveladores de los ánimos enconados del momento, lo más interesante es que algunos artículos identifican la nueva corriente sindicalista con el corporativismo fascista; otra manera, lejos de reproches por haber hablado con José Antonio o de sesudos análisis teóricos, de injuriar al rival revolucionario.
Aún en los años 90, la histórica militante del anarquismo Federica Montseny recordaba en una entrevista que el sindicalista le confesó que el más grande error por él cometido fue abandonar la CNT y pensar que se podía crear un partido sindicalista.[8] Pero su relato no concuerda con los hechos, pues murió convencido de la necesidad de contar con un partido que diera voz al sindicalismo revolucionario en la escena política (Pestaña, 1937; de Lera, 1978, pp. 344-345). Es más, nunca abandonó la CNT, sino que lo echaron del Sindicato de la Metalurgia y reingresó en la CNT a título personal en septiembre de 1937, en plena Guerra Civil, convirtiéndose –tiene guasa— en voz oficiosa de los confederales en el Parlamento.[9]
En cuanto a la historiografía libertaria, volvemos a encontrarnos con los mismos problemas de la oficial. Nos consta que la mencionada tesis de Santos, antes de ser publicada en Alemania, fue ofrecida a una conocida editorial y rechazada por no cumplir supuestamente con unos requisitos mínimos de estructura y claridad expositiva. Pero cualquiera que la lea se dará cuenta de la calidad y la cantidad de trabajo invertido y de la información que ofrece, resultando sus posibles defectos, en cualquier caso, fácilmente subsanables con un poco de trabajo de pulido final.
Con razón se quejaba Antonio Elorza (1974, p. 5) de que nadie había acertado siquiera el año de fundación del PS. Es el caso de autores como José Peirats (1964, p. 197), más preocupado por tachar su aventura política de senil, quien la adelanta a 1932, lo mismo que Pere Foix (1976, p. 139), o César M. Lorenzo (1972, p. 55), quien la fecha en 1933. Los errores, significativos, transcendieron y fueron tomados posteriormente por Murray Boockchin (1980, p. 343) o Francisco Olaya (2006, p. 836), y se mantienen hasta hoy en reediciones de estudios que se han convertido en clásicos, como la Historia del anarcosindicalismo español de Juan Gómez Casas (2008, pp. 191, 236 y 242). Tampoco debería sorprendernos que insignes militantes del PS, como la médica Amparo Poch y Gascón, el historiador y escritor Eduard Pons Prades o el propio Ángel Mª de Lera, aparezcan en los escritos y sean recordados siempre como cenetistas, sin más, o incluso que sean confundidos con socialistas por la coincidencia de siglas en los documentos (PSOE-PS).
En definitiva, Ángel Pestaña y los suyos se convirtieron en malditos, en Judas, y con el tiempo entraron en esa extraña categoría de grupos e individuos doblemente olvidados por la Historia: la oficial –¡qué duda cabe! —, pero también por la libertaria.
Algunas aclaraciones previas
Nuestro hombre comparte con José Antonio el ser una anomalía histórica, alguien odiado o admirado delirantemente. En este sentido, reconozco que me atrae el personaje y simpatizo con él. Ahora bien, si tenemos en cuenta que el objetivo principal de un pestañista consistía en dotar a los sindicatos de representación política en las instituciones democráticas de la II República, calificarse como tal en el s. XXI significaría tanto como llamarse mosquetero. Y no es el caso. En primer lugar, porque el peso e incidencia social del sindicalismo, incluidos el sindicalismo revolucionario y el anarcosindicalismo, ya no es el que era. Y segundo, porque la República era percibida por ellos como una oportunidad de progreso social y económico de la clase trabajadora. Nada que ver, pues, con la situación actual.
Por otro lado, este trabajo no pretende dar una versión cerrada y definitiva de los acontecimientos, sino ofrecer una interpretación de lo que sucedió y una idea aproximada de cómo se creó la mentira histórica. Faltan fuentes primarias, por lo que el resultado del estudio se acerca más al ensayo histórico que a un estudio convencional. Aun así, estamos convencidos de que vale la pena resituar al berciano donde pensamos que siempre estuvo: contra todo tipo de autoritarismo y, en este caso, frente al fascismo. Éste y no otro es nuestro objetivo.
Fascismo. Sí. Sui generis si se quiere; pero el falangismo en 1934 era percibido como un movimiento inequívocamente fascista desde todo el espectro político –incluido el apolítico— español. No es lugar éste para grandes teorizaciones sobre el término y su existencia real en España. Baste recordar que, en líneas generales, nos movemos entre dos polos: uno que considera que sólo podemos llamar fascismo al movimiento surgido en Italia en el periodo de entreguerras, y otro que abre su significado a todo un conjunto de tendencias que surgieron en Europa durante ese mismo periodo y que perduraron en el tiempo con mayor o menor fortuna. En nuestro caso, aunque sería inútil negar unas características diferenciales propias tanto a los primeros grupos que se formaron como a la Falange Española (FE), consideramos que la influencia del fascismo italiano fue de vital importancia. Y no sólo al principio, como veremos.
Aviso a navegantes. Ante la imprecisión y carencia de rigor y objetividad de la mayoría de citas sobre reuniones y contactos, ha sido necesario filtrarlas para separar el grano de la paja, que no es poca. Sin perjuicio de ello, nos valdremos de algunas que, aun siendo absurdas, puedan aportar algo de información sobre lo sucedido, por poca que sea. Frente a otras, como la aparecida en un diario del bando faccioso durante la guerra de España donde se dice que Pestaña y José Antonio departían animadamente por los pasillos del Congreso de los Diputados, sin haber coincidido siquiera en la misma legislatura, o como las declaraciones a la prensa de Agatángelo Soler Llorca, farmacéutico y alcalde de Alicante durante el franquismo, en que asegura que José Antonio prologó un libro del berciano, no queda más remedio que intentar buscar su lado cómico y desecharlas por completo. No me tomo siquiera la molestia de citarlas; pueden encontrarse por la Red.
Desarrollamos el estudio básicamente en dos planos: el estudio de biografías y la historia política y del pensamiento político, en parte con un enfoque comparado. En menor medida, también entraremos en el análisis del lenguaje político. Y la existencia de una autobiografía y de infinidad de escritos de Pestaña ha dado pie a una incursión casi involuntaria en la historia psicológica, lo que nos has permitido trazar algunos rasgos de su personalidad.
Con la doble intención de arrojar luz y permitir un acercamiento al pestañismo libre de prejuicios, destinamos las dos primeras partes del libro a una amplia biografía de Pestaña y al análisis del sindicalismo político. No incluimos una semblanza de José Antonio porque hay muchas: unas de carácter académico[10] y otras que rayan en el culto a la personalidad (tiene incluso un musical, Mi princesa Roja, estrenado en 2015 en el Teatro Arlequín de Madrid, y la película José Antonio: El hombre que todos convirtieron en mito, rodada en 2016). Los datos acerca de su vida que nos interesen, pues, los aportaremos a lo largo del libro de manera transversal; por ejemplo, al fijarnos en qué momento de su evolución ideológica se encontraba en el momento en que acontecieron los contactos. Tampoco asignamos ningún capítulo específico al falangismo, más trabajado,[11] aunque hablaremos largo y tendido de él y sus precedentes en la tercera parte, dedicada a los llamamientos del fascismo a la CNT en general y a Pestaña en particular y al estudio comparativo con el PS para calibrar posibles coincidencias ideológicas.
En el capítulo que trata la entrevista entre los dos líderes nos remitiremos sobre todo a la versión que aparece en la biografía de Ángel Mª de Lera, la más extensa y veraz conocida hasta el momento. Son apenas tres páginas escritas más de 40 años después de los acontecimientos, donde el autor nos transcribe de memoria una narración que Pestaña le contó durante una visita a la Línea de la Concepción en febrero de 1936, transcurridos dos años desde la reunión, y que corroboró después con algunos compañeros de partido como José Robusté, Marín Civera, Natividad Adalia, Ricardo Fornells y Ramón Navarro (1978, p. 309). En el caso de este último, veterano militante de la Agrupación madrileña desde antes de la Guerra Civil, ha sido posible conversar durante la elaboración del presente trabajo con un testigo de un encuentro entre él y de Lera cuando preparaba su biografía: Francisco Zugasti, anarcosindicalista que entonces estaba afiliado al PS reconstituido tras el franquismo.
Para solventar la carencia de fuentes que nos revelen la transcripción exacta de aquellas conversaciones y otros detalles, ha sido necesario contextualizar los acontecimientos para darles sentido. Para ello la consulta bibliográfica y de prensa de la época ha sido fundamental. Así, trataremos de esclarecer las motivaciones personales que hicieron posible el encuentro; la representatividad o intereses partidistas en juego; sus coincidencias y desavenencias políticas; la privacidad y la presencia de testigos; la probable difusión de la noticia de la reunión; y sus consecuencias políticas e históricas.
Comprobará quien lea este trabajo que usamos indistintamente el singular y el plural para referirnos al objeto de estudio. Con esto no damos por sentado, ni mucho menos, que se llevaran a cabo varias reuniones entre nuestros protagonistas; sin embargo, tuvo que haber y hubo más contactos entre Pestaña y José Antonio o, al menos, entre gente de su entorno. No es difícil imaginar, sin ir más lejos, que la comunicación previa por correo o por medio de intermediarios debió ser indispensable para acordar la entrevista, siempre manteniendo las precauciones oportunas entre corrientes políticas antagónicas, sobre todo en una época en que no era raro resolver a tiros las diferencias políticas.
Fue en Barcelona, a comienzos de 1934, donde tuvo lugar la entrevista de la que nos ocupamos, aunque rebasaremos este marco para averiguar algo más sobre intentos posteriores de aproximación a Pestaña en la Ciudad Condal, así como a otros miembros del PS en otros lugares. También hemos creído oportuno mirar hacia adelante, hasta el comienzo de la Guerra Civil, para apreciar mejor la evolución política e ideológica de nuestros protagonistas; una evolución que tampoco es posible interpretar sin encuadrarla en su correspondiente momento histórico.
Cerraremos el estudio con el análisis de una serie de hechos acontecidos más tarde que, de alguna manera, hayan contribuido a posteriori a apuntalar la mentira histórica. Hablaremos de emboscados falangistas en el PS y la expedición de carnés del partido a elementos derechistas durante la guerra; del colaboracionismo con el franquismo y con su Organización Sindical por parte de un grupo de pestañistas en la inmediata postguerra y del apoyo de otros pocos al proceso cincopuntista a mediados de los años 60 (nombre tomado del documento compuesto por cinco acuerdos firmados entre miembros de la CNT con representantes del “Sindicato Vertical” franquista); y, por último, de la procedencia falangista de algunos organizadores y militantes del mencionado PS reconstituido durante la Transición.
Para confeccionar esta última parte hemos recurrido, en buena medida, a la historia oral y a documentación depositada en archivos, en concreto en el Arxiu Nacional de Catalunya, el Centro Documental de la Memoria Histórica y el Archivo Histórico Municipal de Jaén.
Notas
(*) ESCAPA, Ernesto: “La semilla de la utopía”, Diario de León, 9-12-2017. Disponible en: https://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/semilla-utopia_1210156.html (consultado el 20-4-2019).
[1] ELORZA DOMÍNGUEZ, Antonio: “Ángel Pestaña: la CNT y el sindicalismo político”, Triunfo, núm. 634, 23-11-1974, Madrid, p. 41.
[2] Conversación mantenida por correo electrónico en octubre de 2018.
[3] También disponemos de la tesis doctoral de LLUCH SERÓ, Magdalena (1972): La actuación parlamentaria de Ángel Pestaña en las cortes del Frente Popular. Universitat de Barcelona. De una breve biografía, refrito de obras anteriores: SAA RESQUEJO, Antonio (1999): Ángel Pestaña. Salamanca: Fundación Emmanuel Mounier, Acción Cultural Cristiana, SOLITEC, IMDOSOC. Semblanzas incluidas en libros de biografías de militantes: SAÑA, Heleno (1974): Líderes obreros. Bilbao: Zero; PEIRATS, Josep (1976): Figuras del movimiento libertario español. Barcelona: Picazo; SANZ, Ricardo (1978): Figuras de la Revolución española. Barcelona: Petronio. Y artículos de revista: BUESO, Adolfo: “Ángel Pestaña, Caballero de la Triste Figura del anarcosindicalismo” y VALLÉS, Edmon: “Pestaña, el superviviente”, Historia y Vida, núm. 29, agosto de 1970, Barcelona; “Ángel Pestaña y el Partido Sindicalista”, Cuadernos de Autogestión, núm. 1, (s.f., s.l.); DE GUZMÁN, Eduardo: “Medio siglo de sindicalismo español: Ángel Pestaña”, Tiempo de Historia, núm. 48, 1978, Madrid.
[4] Conversación con Jesús Díaz Herrera mantenida en Palma el día 11-11-2017.
[5] V. gr. PESTAÑA, Ángel (1935): Por qué se constituyó el Partido Sindicalista. Barcelona: Partido Sindicalista; PESTAÑA, Ángel (1936): Del momento: treinta artículos seleccionados. Madrid: Partido Sindicalista; PESTAÑA, Ángel (1937): ¿Debe disolverse el Partido Sindicalista? Valencia: Guerri; CIVERA, Marín (1930): El sindicalismo. Historia, filosofía, economía. Valencia: Tip. Pascual Quiles; CIVERA, Marín (1936): El sindicalismo y la economía actual. Valencia: Guerri.
[6] AVILÉS, Juan et alii.: “Buenaventura Durruti y Ángel Pestaña” [vídeo de la conferencia pronunciada el 6-10-2017 en el salón Siglo XXI del Ayto. del Real Sitio, Segovia], seminario de Historia Contemporánea Héroes y villanos en la historia reciente de la Península Ibérica. Disponible en https://www.intecca.uned.es/portalavip/grabacion.php?ID_Sala=3&ID_Grabacion=255989&hashData=b4ad059327cf6fcae7c918e2ca47a693¶msToCheck=SURfR3JhYmFjaW9uLElEX1NhbGE (consultado el 5-2-2018).
[7] Hay quien habla incluso de un atentado, aunque sin aportar datos ni fuentes. V. BRADEMAS, 1974, p. 91.
[8] GIL PARADELA, Pedro (1991): Federica Montseny [documental]. RTVE, minuto 8:54. Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=nO_Ud6BG6wc&t=611s (consultado el 5-2-2018). Llama la atención, no obstante, que en sus memorias Mis primeros cuarenta años (1987) emita un juicio equilibrado sobre él: “(…) a Pestaña la vida le condenó a errores y desviaciones. Siempre es difícil juzgar a los hombres de manera definitiva.” (p. 39); “Por esto dije en una ocasión, que secretarios con un sentido de responsabilidad orgánica, en el Movimiento libertario y la CNT ha habido varios en España pero, en particular, Francisco Tomás, el auténtico y oscuro forjador de la Sección Española de la Primera Internacional; Ángel Pestaña, pese a sus fallos y errores de última hora, y Germinal Esgleas” (p. 198).
[9] “Ante la próxima reunión del Parlamento. Alguien pregunta quién representará a la CNT”, Solidaridad Obrera, 30-9-1937, p. 4; PEIRATS, 1964, p. 197.
[10] V. gr. GIBSON, Ian (1980): En busca de José Antonio. Barcelona: Planeta; GIL PECHARROMÁN, Julio (1996): José Antonio Primo de Rivera. Retrato de un visionario. Madrid: Temas de hoy; DE AGUINAGA, Enrique, PAYNE, Stanley G.: (2003): José Antonio Primo de Rivera. Barcelona: Ediciones B; IMATZ, Arnaud (2006): José Antonio: Entre odio y amor. Madrid: Áltera; THOMÀS, Joan Maria (2017): José Antonio. Realidad y mito. Barcelona: Debate.
[11] V. gr. PAYNE, Stanley G. (1965): Falange. Historia del fascismo español. París: Ruedo Ibérico; ELLWOOD, Sheelagh (1984): Prietas las filas. Historia de Falange Española, 1933-1983. Barcelona: Crítica; RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, José Luis (2000): Historia de Falange Española de las JONS. Madrid: Alianza Editorial; IMATZ, Arnaud (2003): José Antonio. Falange Española y el Nacionalsindicalismo. Madrid: Plataforma 2003; GALLEGO, Ferran, MORENTE, Francisco [eds.] (2005): Fascismo en España. Ensayos sobre los orígenes sociales y culturales del franquismo. Barcelona: Ediciones de Intervención Cultural/ El Viejo Topo.