Esta es la historia de Eliseo, una de esas pequeñas gotas de agua, que con sus grandezas y sus miserias, contribuirá a escribir nuestra memoria colectiva. Una Historia que estuvo durante mucho tiempo silenciada dentro de una vieja maleta. Esta vieja maleta nos habla de la Barcelona revolucionaria del treinta y seis, del Frente de Aragón y las colectivizaciones, de los bombardeos, de la huida hacia ninguna parte, de las playas de Argelers, del Cine Princesa de los noventa y del duro invierno que marca nuestro final.
«La historia de la colectividad de Oliete donde anarquía, ilusiones e inquietudes se plasmaron ante los ojos de Eliseo, en el verano del 36 y libres de las fuerzas fascistas, los caciques locales decidieron poner pies en polvorosa y el propio pueblo decidió suprimir el individualismo, el dinero, las tierras se distribuyeron de la forma más productiva y poder organizar mejor el trabajo funcionando como un reloj. «Éramos felices», es la frase que cierra el capítulo. Pero el aldabonazo de los hechos de mayo contra poumistas y cenetistas es percibido por el propio Eliseo como la llegada de la desilusión. Vuelve a Barcelona, donde comienza a ver a los elementos contrarrevolucionarios marxistas, rabassaires y ciertos sectores de una izquierda que temía más al anarquismo que a Franco. Allí nos reencuentra con el anarcosindicalista sueco Karl, colaborador en la emisora ECN1 Radio CNT-FAI, inmersa en una febril actividad de propaganda, incidiendo en que Karl, antiguo marxista, denunciaba por la emisora la represión cometida por los estalinistas en la retaguardia. La emisora se cerraría a mediados de junio de ese 1937 infausto. Y Karl, en el papel de un Camilo Berneri o de un Andreu Nin, fue «desaparecido» de aquellos días de agresión por los comunistas al núcleo mismo de la revolución, a pesar de la intensa búsqueda por las checas de Eliseo y sus compañeros. Karl habría desaparecido como lo hicieron docenas de miembros de las Juventudes Libertarias o CNT FAI, por no hablar del POUM, que fue exterminado.»
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