Georges Brassens (Sète, 1921- Saint-Gély-du-Fesc, 1981) está considerado como uno de los mayores exponentes tanto de la chanson française como de la trova anarquista del siglo XX. Lejos de ser un alumno ejemplar, el niño Brassens prefería la vida en la calle, aunque las clases de francés de su maestro Alphonse Bonnafé, que le inculcó el amor por la poesía, dejaron una profunda huella en él. En 1940 se mudó a París y trabajó como tornero para la empresa Renault. En esa época empezó a componer, pero en 1943 fue destinado al campo de Basdorf, cerca de Berlín, en el marco del STO (Servicio del Trabajo Obligatorio) impuesto por los nazis. A pesar de las circunstancias, leía, escribía, componía y cantaba; de hecho, sus camaradas deportados constituyeron su primer público. Después de la guerra, se incorporó al movimiento anarquista y empezó a colaborar con el periódico Le Libertaire. Aunque su primer disco, que vio la luz en 1952, escandalizó a muchos por sus tintes de protesta, Brassens acabaría convirtiéndose en el padre espiritual de toda una generación. En 1967 recibió el Gran Premio de Poesía de la Academia Francesa.